Le encantaba su compañía, adoraba pasar el tiempo con él y a veces perdía la cuenta de la hora. Ella disfrutaba escucharlo hablar, explicándole todo lo que le interesaba saber y satisfaciendo su curiosidad. No importaba para qué o cuando, él siempre estuvo muy cerca de ella y sin que lo supiera era su apoyo incondicional, quien le ha levantado el ánimo regresando la sonrisa a su rostro cuando ella lo necesitaba.
Hubo momentos donde quería hacerle tantas preguntas y no sabía cómo, porque no quería ser malinterpretado y que por eso ella se alejara de él. No quería estar enojado frente a ella y trataba de esconderlo, sin embargo no podía porque ella lo notaba cada vez que lo hacía. La entendía cuándo ni ella misma lo pudo hacer, pero la dejaba disfrutar en su libertad y vivir en su mundo porque en el fondo sabía que ella iba a regresar junto a él. Era inseguro, inconsciente de las cosas que lo hacían tan especial para ella, pero si solo pudiera verse como ella lo veía, entendería que vale mucho todo eso que lo define como persona. Le daba seguridad y la hacía sentirse como la mujer más especial del mundo, y lo único que ella quería era estar junto a él. Lo quería de una manera irracional e inexplicable, tal vez incomprensible para los demás, pero demasiado valiosa para ese mundo de locuras en que vivieron los dos y lo llenaron de momentos inolvidables.
Él era un loco, loco por ella y ella era una loca, loca por él.
Él era un loco, loco por ella y ella era una loca, loca por él.